Las tres fuentes del aprendizaje: Cómo aprender más y mejor las competencias en Talante Solidario

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¿Cómo aprendemos? Es una buena pregunta que cada cierto tiempo se hacen las personas expertas en pedagogía y las que se dedican a enseñar a otros. Es una pregunta clave para determinar las mejores metodologías de enseñanza y aprendizaje, y lo cierto es que cada vez sabemos más sobre el aprendizaje, habida cuenta de las investigaciones y avances en neurociencia, tanto que ya se empieza a hablar de neuro-aprendizaje. Pero, aunque el cerebro tiene una parte muy importante que decir en todo esto, no es lo único que interviene. 

Volviendo a la pregunta acerca de cómo aprendemos, se la suelen hacer los docentes y pedagogos, pero rara vez te encuentras a un profesor/a que hace directamente esta pregunta a sus alumnos: ¿Cómo aprendes? Darse cuenta de cómo uno aprende, de cómo llega a comprender algo, de los caminos y procesos personales que sigue, se llama “metacognición”, algo así como la reflexión sobre el propio proceso de pensamiento.  

Pues bien, una parte importante del aprendizaje nos la jugamos en nuestra propia reflexión sobre el mismo, en saber cuáles son esas fuentes, no tanto del saber (que sólo implica los conocimientos) sino también del saber hacer (capacidades) y del saber ser (actitudes), que son los tres pilares de las competencias que vamos a aprender y entrenar. Vamos a ver entonces las principales fuentes del aprendizaje, con el fin de visitarlas y de este modo aprender más y mejor. 

A. LA OBSERVACIÓN CONSCIENTE. 

Esta es la principal fuente de aprendizaje de los niños y niñas: la observación consciente que nace del asombro y del querer saber más, de eso que llamamos curiosidad también. Cuando un niño observa algo atentamente, está todo su pensar y sentir implicado en esa observación, pone todos sus sentidos en ello, por eso decimos que observar no es sólo mirar, es también sentir y experimentar las cosas, percibir en sentido amplio. Observar conscientemente para un adulto, es hacerlo con las gafas adecuadas. Esas gafas para nosotros serán los objetivos de aprendizaje de cada unidad didáctica o competencia, así como los conocimientos que vayamos descubriendo en la misma y los indicadores competenciales, que como su propio nombre indica, nos dicen en qué dirección observar y realizar nuestro comportamiento. Decimos observación consciente, y no sólo mirar por mirar, observación curiosa, contemplación.  

Desgraciadamente no se nos ha educado mucho esta capacidad, nuestra sociedad nos invita a pantallear con rapidez la vida, pero no a mirar, a pararse, a profundizar. Vivimos en un mundo, generalmente impresionista y superficial, que no estimula esa capacidad de ir más allá de lo obvio, de profundizar en la realidad. Aprovecha este curso on-line para ejercitar en ti esta capacidad de observar conscientemente, de profundizar en las cosas, y así podrás saborear mejor los conocimientos, tu propio aprendizaje y tu propia vida también. En algunos ejercicios verás que te invitamos a observar la realidad en tu entorno de voluntariado, a la luz de los indicadores y las teorías de cada competencia, y te pedimos que, a partir de esas observaciones, elabores algún tipo de informe, protocolo, etc. Esto que tienes que elaborar se llama, técnicamente hablando, producto de aprendizaje, y como ya habrás podido intuir, se realiza tras una observación consciente. 

Observar también es aprender de las personas que son muy competentes en algo: esto se llama aprendizaje vicario o por modelos, y consiste en estudiar y modelar a alguien muy hábil, para tratar de imitar a esa persona, o más bien inspirarse en la misma. Por ello te proponemos un ejercicio de entrevistar a una persona experta en la competencia, una entrevista que contiene 5 preguntas clave para este aprendizaje vicario. Pero no te quedes sólo en esa entrevista, observa y aprende de la gente realmente buena y competente en otros ámbitos como tu familia, amigos, trabajo, universidad, etc. 

B. PREPARAR LOS CAMINOS DE LA MENTE. 

La neurociencia ha puesto de relieve que nuestra mente está llena de caminos y de senderos neuronales: aprender es crear nuevas sinapsis (conexiones neuronales), y cuantas más sinapsis vayamos creando, más rico y complejo se vuelve nuestro pensamiento, más capaz y resolutivo en definitiva. Pero nuestros mapas mentales también tienen caminos sin salida, laberintos y bucles circulares que no salen de dar vueltas a las mismas cosas. Aprender implica también estar abiertos a la novedad, a crear y explorar nuevos caminos del saber, a dejar de andar por los mismos (y cómodos) caminos de siempre y adentrarse en nuevas aventuras del saber.  

A veces aprender también es desaprender cosas que no teníamos bien aprendidas, o que se fundamentaban en axiomas o teorías falsas (nuestras fakes mentales). Estas teorías falsas nos limitan mucho la capacidad de aprender, y también de tomar decisiones, de practicar nuestros aprendizajes. Los psicólogos (sobre todo a partir de Albert Ellis, que dio nombre a estas creencias) las han identificado con el nombre de “creencias limitantes”. Pero, ¿qué es una creencia limitante? 

Una creencia limitante (y por tanto falsa y disfuncional) es un enunciado que nos ha sido transmitido en el seno de un grupo de referencia y pertenencia (amigos, familia, pandilla, tribu) que lo damos por cierto, no lo sometemos a crítica, y además tiene una cierta carga emocional para nosotros. Con ello queremos decir, que no lo cuestionamos, y además solemos ver la realidad “con las gafas de nuestras creencias”: si esas creencias son limitantes, nuestra visión de la realidad será limitada, sesgada o distorsionada. Y cuando hablamos de realidad, también estamos hablando del otro y de nosotros, ya que también nos auto-percibimos y así se forma nuestro auto-concepto o imagen que tenemos de nosotros mismos. 

Con el fin de ayudarte en este proceso de allanar los senderos mentales, verás que en cada tema hemos identificado una serie de barreras para desarrollar cada competencia: bien, pues esas barreras, precisamente, contienen las principales creencias limitantes que pueden impedirnos aprender más y mejor cada competencia, comprender bien los conocimientos, y lo que es más importante, desempeñarnos con eficacia en los diferentes indicadores asociados a la misma. 

C. UNIR LA TEORÍA ACTUALIZADA CON LA PRÁCTICA. 

Esta es una de las piedras angulares de todo aprendizaje: la posibilidad de llevar a la práctica lo aprendido, de hacer algo nuevo a partir del nuevo saber adquirido y comprendido. Llevar a la práctica algo, cuando se trata de aprender competencias, es entrenar, entrenar y entrenar. De nada sirve saber mucha teoría del baloncesto, que hasta que no nos ponemos delante de una canasta y empezamos a entrenar el tiro, el bote, las diferentes técnicas, el juego en equipo, etc., no llegaremos a ser buenos jugadores de basket. 

Y para ello será muy importante liberarnos de nuestras barreras internas o fakes mentales, como ya hemos dicho: si yo pienso que el baloncesto es un deporte sólo para gente alta o es un deporte menos importante que el fútbol, ya estoy limitándome con esos pensamientos o creencias limitantes hacia el baloncesto.  

A partir de los indicadores de cada competencia, te sugerimos una serie de ejercicios guiados por dicho indicador, con el fin de garantizar, precisamente, esa conexión ideal entre la teoría y la práctica: los indicadores competenciales tienen esa función de ser auténticas guías de entrenamiento y, por tanto, evaluación de nuestro desempeño competencial. Pero no te quedes sólo en los ejercicios que te proponemos: toma la iniciativa y trata de llevar a tu trabajo y a otros ámbitos de tu vida, el entrenamiento del resto de indicadores de la competencia. Los aprendices experimentadores (según el modelo de estilos de aprendizaje de David Kolb) son aquellos que aprenden más poniendo en práctica los nuevos conocimientos, es más, muchas veces prefieren el ensayo-error antes que leer y profundizar los contenidos (lo cual limita su capacidad de aprender y hacerlo más rápido, claro). 

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