Autor: César García-Rincón de Castro (2024)
El voluntariado, como expresión de la gratuidad, la bondad y la solidaridad humana, está en el origen de todas las entidades y organizaciones cuyo fin es ayudar a otros seres humanos. En la historia de dichas organizaciones solemos encontrar una narrativa de un origen solidario y bondadoso, un origen fundacional que es constitutivo del ADN de dicha organización: una persona o grupo benefactor con un propósito humanista y prosocial. Estas narraciones fundantes son claves a la hora de definir eso que se llama cultura organizacional, o de modo más poético el alma de las organizaciones.
El voluntariado es el ADN de las entidades, su génesis fundante.
Por tanto, cuando hablamos del voluntariado en las ONGs (fundaciones, asociaciones sin ánimo de lucro, entidades socio-voluntarias) estamos hablando de algo realmente clave, importante, identitario, constitutivo, fundante: algo sin lo que no se entendería y explicaría dicha entidad socio-voluntaria. Renunciar al voluntariado dentro de una entidad social sería el equivalente en una persona a renunciar a sí misma, a su propia identidad, a despersonalizarse. En mi experiencia profesional como consultor, he escuchado en varias ocasiones y en entidades grandes de ámbito nacional e internacional algo así como “si en esta entidad tuviésemos recursos materiales y personal contratado de sobra como para afrontar nuestra misión, aun así, seguiríamos apostando por el voluntariado”. Ciertamente lo consideran, como he comentado, algo constitutivo y esencial en su identidad, su cultura y su misión-visión.
Afirmada y reconocida esta realidad incuestionable e innegociable (salvo que una entidad social quiera virar hacia una forma puramente mercantil), la cuestión ahora es reflexionar y dar algunas pautas y pistas acerca de cómo integrar eficazmente el voluntariado con el personal contratado en una misma entidad, para que, como reza el título de este artículo, puedan navegar juntos en misión compartida. Y son varias las cuestiones que abordar en un tema que, como bien sabemos los que llevamos tiempo en este mundo del tercer sector, es una de las claves de éxito, pero también uno de los temas que genera bastantes controversias, confusiones y, por tanto, conflictos.
Aprender a trabajar de forma colaborativa y compartida.
En un principio, el enfoque de este tema me parece sencillo, al menos sobre el papel. Por ello conviene tenerlo claro, y en este orden, me atrevería a decir desde mi experiencia en procesos formativos y de consultoría:
1º Los trabajadores y trabajadoras necesitan aprender a trabajar con el voluntariado. Ello implica considerarlos como parte esencial y constitutiva de la entidad, contar con ellos e integrar su rol en los procesos y proyectos, reconocer sus aportes y talentos, etc. Ello implica que en la formación y socialización de los profesionales de la entidad debe estar contemplado este aprendizaje de la misión compartida con el voluntariado. Para ello nos vamos a servir de una serie de competencias soft-skills clave (conocimientos, capacidades y actitudes-valores) que comentaré más adelante.
2º El voluntariado necesita aprender a colaborar con los profesionales. Ello implica reconocer la valía profesional de los trabajadores, estar dispuestos a aprender de ellos, consultarles, conocer los proyectos que realizan y el papel del voluntariado en los mismos, reconocer su motivación solidaria y valores que les mueven, su alineamiento con la misión de la entidad, que no es incompatible con su sueldo y su actividad profesional, sino todo lo contrario. Igualmente, aquí algunas competencias soft-skills clave nos van a ayudar a integrar este proceso de remar y navegar juntos (pero no revueltos) hacia el mismo horizonte.
La pregunta del millón ahora sería esta: ¿Mi entidad forma específicamente a sus trabajadores para colaborar eficazmente y en misión compartida con sus voluntarios? Y lógicamente esta otra: ¿Mi entidad forma específicamente a sus voluntarios para colaborar junto con los profesionales? Solemos dar por hecho que debe ser así, si bien no sé hasta qué punto le otorgamos la relevancia que tiene este asunto. Pero sigamos con las preguntas de concurso: ¿Atender estas necesidades formativas de unos y otros nos ahorraría tiempo, recursos, conflictos y, por tanto, costes materiales y emocionales? Yo creo que sí, y muchos.
Talento y talante solidario: aptitudes y actitudes colaborativas.
En las competencias soft-skills o habilidades blandas, orientadas a este objetivo de trabajar juntos o remar juntos en misión compartida, encontramos una buena base para atender esta necesidad formativa. Las competencias integran tanto el talento como el talante, la aptitud como la actitud, y ambas cosas son necesarias en este trabajo compartido. Si existen percepciones mutuas distorsionadas, alimentadas por creencias limitantes en forma de pensamientos y opiniones que no están ajustadas a la realidad, entre trabajadores y voluntariado, deberíamos desvelarlas, reconocerlas y desmontarlas, dado que dichas creencias bloquean, y mucho, el talante colaborativo. Por ejemplo, una creencia limitante del ámbito de los profesionales podría ser que el voluntariado no está suficientemente capacitado para lo que hace, que se entrometen en nuestra labor, incluso que me pueden quitar mi puesto de trabajo, etc. Y una creencia limitante del voluntariado hacia los profesionales podría ser que no se implican emocionalmente en lo que hacen, que tratan a los usuarios de forma poco humana, etc. Son expresiones que seguramente hemos escuchado en más de una ocasión, que han surgido en nuestros corrillos y que, efectivamente, no ayudan en este trabajo compartido, más bien lo bloquean, dividen y entorpecen.
Ahora bien, este es un proceso de trabajo a medio y largo plazo, de reforzamiento de la cultura interna de la entidad, y desde mi experiencia trabajando proyectos de cultura organizativa y en los mismos las creencias falsas o limitantes dentro de las organizaciones humanas (por ejemplo, en centros educativos para el trabajo compartido entre familias y profesorado), creo que es más eficaz elaborar entre todas las partes una especie de credo compartido, un decálogo de los principios y valores que nos mueven, y nos comprometemos a seguir y respetar, que andar como los cazafantasmas tratando de identificar, perseguir y desmontar las ideas zombie y las creencias limitantes con las que convivimos. Es más inteligente enfocarse en lo que nos une que en lo que nos divide, orientarse por este credo compartido, redactándolo y asumiéndolo juntos en un encuentro formativo, que él mismo será luz que disipa las nieblas (y tinieblas) mentales que nos limitan y bloquean.
Competencias clave para la misión compartida de voluntariado y profesionales.
Veamos entonces qué competencias blandas son las más relevantes para adquirir y reforzar por los profesionales y el voluntariado en un proyecto compartido de acción social. De las que ofrecemos en el programa Talante Solidario, comentaré ahora el itinerario de competencias clave o esenciales a recorrer, y lo ideal es que lo hiciesen juntos ambos grupos, trabajadores y voluntariado, guiados y orientados por un tutor/a (servicio que ofrecemos desde Talante Solidario también). Si vamos leyendo despacio sus definiciones, al tiempo que pensamos en su relevancia para el trabajo compartido entre voluntariado y profesionales, nos daremos cuenta de lo importantes que son para este objetivo. También, si nos fijamos en algunos indicadores específicos que describen cada competencia y que he seleccionado para este itinerario concreto, podremos afinar más en su importancia, así como hacer una primera valoración de hasta qué punto los tienen interiorizados las personas voluntarias y profesionales de nuestra entidad:
Trabajo en Equipo. En Talante Solidario lo definimos como la capacidad de integrar el propio rol y capacidades en una agrupación humana diversa que comparte unos objetivos, unos valores y una misión de forma solidaria e interdependiente, desarrollando vínculos emocionales positivos entre sus miembros, y utilizando para ello un conjunto de técnicas y herramientas que facilitan el mayor rendimiento y logro posible en cada contexto, así como los recursos internos que el propio equipo dispone y genera desde los talentos e inteligencias de cada uno de sus miembros.
En concreto, en esta competencia serían claves estos indicadores, tal y como los tenemos definidos en Talante Solidario:
- Se adapta bien a trabajar en entornos de diversidad cultural, generacional y de formas de ser, ajustando su propio estilo de trabajo y rol para ser más eficaz en cada situación.
- Comprende y facilita la coordinación entre equipos dentro de una institución y programa más amplio, evitando encerrarse sólo en su equipo.
- Habla en clave de nosotros colectivo, estimula la unidad, actúa como embajador del espíritu de equipo y la cooperación, así como de la entidad que representa al equipo.
Organización y Planificación. En Talante Solidario la definimos como la capacidad de pensar y actuar de forma eficiente y eficaz, siendo conscientes de los objetivos y de los medios que tenemos para alcanzarlos, así como la identificación de las mejores rutas para lograr dichos objetivos en cada contexto y en cada momento, utilizando para ello una serie de herramientas de pensamiento individual y colectivo eficaz, así como de expresión de dicho pensamiento en modos de hacer, herramientas y técnicas para el logro compartido de objetivos en proyectos y tareas espacio-temporales.
En concreto, en esta competencia serían claves estos indicadores, tal y como los tenemos definidos en Talante Solidario:
- Sabe delegar tareas y responsabilidades en otros, busca gente que le pueda ayudar o involucrar en lugar de pretender hacerlo todo solo/a.
- Utiliza eficazmente técnicas y herramientas de programación como mapas mentales, check-list, infografías, aplicaciones digitales o tablas Excel organizativas.
- Muestra buena capacidad a la hora de programar las tareas, estableciendo objetivos claros y teniendo en cuenta los medios y recursos necesarios para su cumplimiento.
Liderazgo de Servicio. En Talante Solidario lo definimos como la capacidad de inspirar e influir en las actitudes y comportamientos de otros desde el propio modo de ser y estar al servicio de los demás, independientemente del tipo de tarea que se haga y del rol o estatus social de quien hace la tarea, utilizando comportamientos, tanto verbales como no verbales, especialmente humanos y eficaces que atraen la atención e interés de los demás, y también comportamientos verbales y no verbales que inducen y empujan a otros hacia una actitud de servicio y generosidad en su modo de actuar y decidir.
En concreto, en esta competencia serían claves estos indicadores, tal y como los tenemos definidos en Talante Solidario:
- Cree en las personas y sus potencialidades, delegando responsabilidades de forma inteligente y adecuada a cada persona, generando un clima de confianza mutua.
- Sabe adaptar su estilo de liderazgo en función de lo que requiere cada situación y cada persona, unas veces innovando, otras inspirando, entrenando capacidades o ayudando.
- Muestra interés por las personas, sus historias y problemas, y las escucha para poder ayudarlas mejor y saber lo que necesitan para hacer bien su tarea.
- Tiene habilidad para acompañar a las personas nuevas o más inexpertas, identificando sus puntos de mejora y facilitando los conocimientos, capacidades y feed-back oportuno.
Evidentemente todas las competencias son importantes para este objetivo compartido: la empatía, la comunicación interpersonal, o la responsabilidad-compromiso, pero específicamente, las tres que he comentado, me parecen muy necesarias y relevantes.
Un articulo muy acertado, que abre un interesante debate en las entidades sociales.