Además de imaginarte el resultado, también necesitas ver cómo llegar a él. Para alguien que se sienta a realizar un trabajo intelectual, el ensayo mental tiene que ver más con planear la tarea, o dividirla en partes más pequeñas y fáciles de manejar.
Al igual que los atletas mantienen la sangre moviéndose durante sus descansos, nosotros/as necesitamos tener descansos activos para mantenernos enfocados: salir a andar o pasear, levantarnos y movernos, ir al gimnasio o hacer deporte, etc. Hay un fuerte lazo entre la actividad física y el funcionamiento cognitivo. Activar tu cuerpo y mente durante el día te ayudará a conservar el flujo. Es recomendable hacer mini-descansos cada 25 minutos, y descansos más largos cada dos horas.
Cuando nos cansamos o distraemos, generalmente nos desanimamos. Nos enfocamos en nuestras debilidades y nos recordamos aquello que debimos hacer y no hicimos. Nuestro crítico interno es más activo que nuestro coach interior. Un coach o mentor imaginario te ayudará a ajustar tu estrategia y a re-enfocar tu atención en la meta. Elige tu coach y haz que te motive. En caso necesario, llama a tu coach externo de tu entidad (tutor/a) o habla con una persona que escuche y te motive a seguir en este proceso de aprendizaje.
Los atletas repasan grabaciones de los juegos para aprender qué funcionó y qué no, para hacerlo mejor la próxima vez. Puedes aplicar el mismo principio para aprender a enfocarte. Mientras piensas en tu día, identifica qué estabas haciendo cuando te distrajiste y piensa qué otra estrategia podrías usar. Para encontrar esa estrategia, fíjate en lo que hiciste los días en los que te mantuviste enfocado y hazlo cuando empieces a distraerte. Si sigues aprendiendo y practicando, pronto mejorarás.